Oh Capitán, mi Capitán: nuestro azaroso viaje ha terminado.
Al fin venció la nave y el premio fue ganado.
Ya el puerto se halla próximo,
ya se oye la campana
y ver se puede el pueblo que entre vítores,
con la mirada sigue la nao soberana.
Al fin venció la nave y el premio fue ganado.
Ya el puerto se halla próximo,
ya se oye la campana
y ver se puede el pueblo que entre vítores,
con la mirada sigue la nao soberana.
Walt Wiltman
Hoy ha ocurrido en clase de magisterio, en la última clase del curso, uno de esos momentos inolvidables, mágicos, que hacen reencontrarte de nuevo, que hace resurgir como un torrente brillante la ilusión, la esperanza, el honor y la emoción de ser docente. Gestos como los de hoy, recibir de una manera tan inesperada como emotiva y excepcional, el agradecimiento de los que han sido tus alumnos hasta ese momento te devuelve la confianza, se despejan las dudas y te reafirma en la necesidad de seguir intentando ser coherente y consecuente porque educar es mucho más que un trabajo o una ocupación.
Gracias por la despedida que quedará en el recuerdo para siempre. Y citando a Wiltman, para cada uno de mis alumnos:
Por ti se izan banderas y los clarines claman.
Son para ti los ramos, las coronas, las cintas.