Parece que andan a la greña los del PP: entre Mariano y Esperanza parece que está la disputa de quien va a mandar en la derecha española y olé a partir del próximo mes de junio. En medio de esa muy estudiada puesta en escena de la bronca interna, disimuladora del fracaso electoral que ha supuesto para ellos no conseguir la presidencia del gobierno, los "barones" del partido afilan espadas y captan adeptos para el próximo congreso de Valencia.
Bajo un supuesto manto del "ejercicio de la democracia interna" -a nosotros nos van a engatusar con ese cuento- el aparato pepero ha montado un espectáculo mediático para desviar la atención de los resultados electorales obtenidos, montando un falso debate entre un líder doblemente fracasado y una Esperanza que no existe como tal.
Pero así, además del primer objetivo, se consigue posicionar al personal, mediante el ejercicio de la verbalización y visualización de las filias y las fobias entre unos y otros. A fin de cuentas, esto del PP no es más que una UTE de intereses puestas al servicio del control del gobierno que ha fracasado en los dos últimos intentos y en la que, cual empresa pura y dura, los subordinados deben mostrar su fidelidad al jefe de turno so pena de ser relegados o marginados de sus puestos. No hace falta irse muy lejos de aquí para darse cuenta de ello, viendo como manejan listas, puestos y cargos los jerifaltes del PP valenciano.
Bajo un supuesto manto del "ejercicio de la democracia interna" -a nosotros nos van a engatusar con ese cuento- el aparato pepero ha montado un espectáculo mediático para desviar la atención de los resultados electorales obtenidos, montando un falso debate entre un líder doblemente fracasado y una Esperanza que no existe como tal.
Pero así, además del primer objetivo, se consigue posicionar al personal, mediante el ejercicio de la verbalización y visualización de las filias y las fobias entre unos y otros. A fin de cuentas, esto del PP no es más que una UTE de intereses puestas al servicio del control del gobierno que ha fracasado en los dos últimos intentos y en la que, cual empresa pura y dura, los subordinados deben mostrar su fidelidad al jefe de turno so pena de ser relegados o marginados de sus puestos. No hace falta irse muy lejos de aquí para darse cuenta de ello, viendo como manejan listas, puestos y cargos los jerifaltes del PP valenciano.
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