
Francisco Camps, Rita Barberá, Rafael Blasco y el resto de cortesanos bienpagados, jauría babeante ante cada voz del amo, han llegado a límites insospechados, inauditos e inimaginables hace tan sólo un año. La pérdida de todo retazo de ética o moral (ni la cristiana que dicen defender y practicar les queda ya) es el legado que dejarán para la tragicómica historia que están escribiendo cada día con grueso trazo de negro carbón.
Y cada uno/a que comparte esta visión, desde su puesto, desde su identidad, desde su persona, su gente, su ámbito, su espacio, su lucha y su trabajo, debería ser un referente -como Mónica- en esta lucha sin tregua y sin cuartel al que nos hemos visto abocados por defender valores, principios, ética y un futuro posible y mejor para nuestro país y nuestra gente.
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