Ya he comentado en algunas conversaciones de sobremesa y café mi opinión sobre todo lo ocurrido con los controladores aéreos este pasado puente de diciembre. Creo que, independientemente de la mucha o pocar razón que pudieran tener en sus reivindicaciones, de lo mucho o poco privilegiado que sea el convenio colectivo que firmaron en el gobierno de Aznar y del comportamiento y oportunidad del Gobierno y del ministro Blanco a la hora de publicar los decretos que les afectan, la descisión de abandonar sus puestos de trabajo, colectiva y organizadamente, con alevosía y predisposición, ha generado tal perjuicio a cientos de miles de personas -al margen de las consecuencias económicas y de imagen- y ha significado tal burla al derecho histórico de huelga que, para mi, han perdido cualquier credibilidad que les quedara.
Debo reconocer, sin embargo, que este colectivo ha tenido la valentía de plantear un pulso muy fuerte al gobierno y al conjunto de la sociedad y que, a pesar de haberlo perdido -al menos de momento- ha abierto una puerta a nuevos métodos reivindicativos.
Imáginemos por un momento cuál sería el caos que generaría que, un día cualquiera, el colectivo de docentes de una comunidad autónoma decidiera, a las 10 de la mañana, abandonar sus puestos de trabajo aduciendo, estrés y depresión, dejando a cientos de jóvenes abandonados a su suerte en los colegios e institutos y obligando a sus padres y madres a dejar sus obligaciones para recogerlos a mitad de mañana. No se si conseguiríamos conseguir algo con este método reivindicativo, pero seguro que nos divertiríamos mucho, mucho, mucho.
Debo reconocer, sin embargo, que este colectivo ha tenido la valentía de plantear un pulso muy fuerte al gobierno y al conjunto de la sociedad y que, a pesar de haberlo perdido -al menos de momento- ha abierto una puerta a nuevos métodos reivindicativos.
Imáginemos por un momento cuál sería el caos que generaría que, un día cualquiera, el colectivo de docentes de una comunidad autónoma decidiera, a las 10 de la mañana, abandonar sus puestos de trabajo aduciendo, estrés y depresión, dejando a cientos de jóvenes abandonados a su suerte en los colegios e institutos y obligando a sus padres y madres a dejar sus obligaciones para recogerlos a mitad de mañana. No se si conseguiríamos conseguir algo con este método reivindicativo, pero seguro que nos divertiríamos mucho, mucho, mucho.
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