Todavía recuerdo a aquellas mujeres, limpiadoras del cine Tívoli, aquel de madera, suelo y butacas, con dos sesiones por tarde y matinal los sábados, que a primera hora de aquella mañana de hace 30 años, camino del colegio con mi hermana cogida de la mano, nos preguntaron "¿A dónde vais? ¿No sabeis que se ha muerto Franco y no hay colegio?". No recuerdo si dije algo. Nos dimos la vuelta y corrimos a casa, asustados y esperanzados.

Ahora, 30 años después, veo en el telediario las mismas caras viejas, decrépitas y caducas con la mano extendida en la plaza de Oriente. La vieja y la nueva guardia de la derecha rancia y mohosa que está tomando nuevos bríos gracias al decidido impulso de dirigentes del PP. Los cachorros del populismo aznariano y rajoniano, junto a los nostálgicos de siempre, han vuelto a surgir, con el beneplácito y las bendiciones de los Acebes, Zaplana y compañía.