El pasado día 9 de septiembre apareció publicado en el diario Mediterráneo de Castellón un artículo firmado por usted bajo el título de Educació concertada.
En ese artículo, usted expresaba ciertas afirmaciones sobre la educación concertada carentes de exactitud, de rigor y fundamento y otras que no son más que injurias, calumnias y mentiras hacia colectivos de trabajadores. Otros, con el fin de denunciar la situación de la educación en nuestro país y cambiarla para mejorarla, trabajamos día a día, desde las aulas y desde los despachos, para conseguir ese fin sin recurrir a la descalificación y al insulto a terceros.
No voy a darle información alguna sobre cuestiones como el número de centros privados concertados en el País Valencià que no pertenecen a la iglesia, ni sobre el alumnado matriculado en ellos, ni sobre el ámbito de
Su empeño, ya demostrado en otros ámbitos de su trabajo político, de obviar y denostar otras realidades y la pluralidad que las impregna y las caracteriza, le hace ser absurdamente reduccionista y simplista en sus análisis. Nada nuevo, por otra parte. Su construcción de silogismos lógicos basado en premisas falsas no puede sino llevarle a conclusiones erróneas. Sin embargo, no voy a dedicarle tiempo y esfuerzo en corregir sus análisis y sus conclusiones. Seguro que dispone usted de recursos intelectuales suficientes y eficaces asesores a sueldo para ello.
Sin embargo, la afirmación final de su artículo sobre la selección “xenófoba i racista” del alumnado que, según usted, hacemos en los centros privados concertados, no sólo manifiesta el profundo y grave desconocimiento de la realidad educativa de nuestro país, lamentable en cualquier ciudadano y totalmente inaceptable para una parlamentaria y representante pública, agravado por su osadía de creerse, además, con capacidad para aleccionar éticamente a quienes día a día nos enfrentamos a ella y la vivimos, sino que la descalifica como parlamentaria, como política y como representante de la izquierda de nuestro país; además de demostrar que su respeto hacia el ámbito educativo es comparable al del propio conseller Font de Mora, y que su capacidad de crítica política se limita a la calumnia, la injuria y la descalificación de una gran parte del colectivo de trabajadoras y trabajadores de
Las afirmaciones finales de su artículo, globales y universales, sólo la descalifican a usted. Es muy probable que su manera de entender y practicar la política pase por insultos colectivos, ignorancia y desconocimiento de la realidad social y artículos infumables en los medios de comunicación. Quienes trabajamos por resolver las necesidades de la gente desde las propuestas programáticas de la izquierda y desde la praxis diaria y constante con los jóvenes y sus familias, quienes defendemos y trabajamos en y por modelos económicos y sociales alternativos que generen valores culturales diferentes, no nos sentimos representados por usted, que utiliza, como el conseller y el gobierno valenciano actual, el insulto y el vilipendio constante.
Quizás si fuera a visitar alguno de esos centros que tan irresponsable e indiscriminadamente descalifica e injuria, no sólo para presentar candidaturas en período electoral sino para interesarse por saber cómo funcionan y cómo trabajan, probablemente aumentaría su capacidad para discernir y diferenciar los comportamientos y actitudes reprobables, que los hay, y crecería su valor para acompañar la denuncia con nombres y titularidad de centros concretos. Porque si no, sus calumnias y difamaciones genéricas hacia un amplio colectivo de empresas y trabajadores de la educación podrían ser llevadas ante la justicia ordinaria si, por entidad o repercusión, merecieran un minuto más de mi tiempo.
Atentamente.
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