
Con un poco de vergüenza, que muchos jamás tuvieron y otras han perdido a lo largo del camino y las derrotas en los juzgados, quizás las lágrimas que tan fácilmente salen en público en un burdo y absurdo intento de victimizarse otra vez -ya aburren por repetido y previsible-, deberían ser por no haber tenido la entereza ética, política y moral para asumir la responsabilidad de haber transformado una organización política en un pesebre para mediocres y aprovechados que, evidentemente, recibió el castigo electoral que se merecía (entre otras cosas).
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