
Se creen, y es cierto que se lo creen, que tras el 22 de mayo, los cientos de miles de personas que depositen en las urnas la papeleta con el logo de la gaviota voladora, habran ejercido de Juan el Bautista, limpiando en las cristalinas aguas del ejercicio democrático toda la porquería que apesta alrededor del ejercicio de la política que han venido haciendo desde la pésima comprensión del honor depositado en ellos por el pueblo valenciano.
Los impputados y ppresuntos corrupptos, acusados de robar dinero público -el de nuestros impuestos- en beneficio de algunos amigos, el dinero que, en bolsillos y cuentas extranjeras, no puede destinarse a mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos (sanidad, educación, infraestructuras, desarrollo económico, vertebración territorial, medioambiente, etc), aparecen en las listas electorales, que Rita Barberá califica de "magníficas", como mecanismo que dificulte y casi imposibilite el que puedan ser juzgados por tales acusaciones y en pago de un silencio, presente y futuro, que limite y atempere consecuencias y responsabiliades económicas, penales y políticas.
El curita Camps y su camarilla saben muy bien lo que se hacen. Y Rajoy y Cospedal se hacen las víctimas porque saben que casi el 10% de los votos de esta España suya en la que sueñan mandar vienen del Levante feliz de los Blasco, Rambla, Fabra, Costa y compañía. No amén.
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