Llevamos una semana intensa de campaña electoral en las primarias de Compromís. Añadido a la precampaña y a la búsqueda de avales para nuestra candidata Isabel Martín. Han sido días largos y duros, donde, además de la jornada laboral completa de docencia, más correcciones de exámenes, más sesiones de evaluación y en plenas fechas prefalleriles, se unen los viajes a los diferentes actos de campaña y la preparación de la misma.
Un panorama realmente agotador, pero a la vez estimulante. Clarificador de lo que somos, de lo que hacemos. Ninguno de los partidos de la coalición se ha planteado la opción de una mujer como cabeza de lista, ni un joven; mucho menos, mujer y joven. Como no se lo plantean habitualmente cuando presentan candidaturas a las Cortes Generales y a los Ayuntamientos, o cuando se escogen los cargos derivados de la representación institucional -diputaciones, federación de municipios, consorcios- o cuando se contratan cargos de confianza en las instituciones.
Hemos demostrado que no hacen falta grandes estructuras de partido para construir discursos fuertes, coherentes, enraizados con la política del día a día. Que somos lo que decimos que somos, con todas nuestras carencias y con todas nuestras virtudes. Que si creemos que una mujer puede y debe encabezar una lista electoral porque aporta maneras de hacer, ver y sentir la política y la vida es porque esa mujer ha encabezado una lista en su municipio y ha demostrado aquello que defiende. Dejamos la demagogia para quienes hablan mucho -y muchas veces bien- pero no hacen, allí donde pueden, aquello que dicen.
Defendemos el valor de lo público, de lo colectivo, de lo social como el único mecanismo posible de justicia e igualdad, de solidaridad, de responsabilidad y ética desde el ejercicio de la representación pública e institucional. No compartimos el pragmatismo de la cesión de suelo público para uso privado y privativo de servicios básicos garantizados porque sólo acentúan y consolidan la injusticia de las políticas depredadoras generadoras de injusticia e inequidad.
Y defendemos una Europa diferente, una Europa que cuide, potencie y prime esos mismos valores sociales y colectivos. El Tratado de la Unión tiene elementos positivos, cómo no, igual que los tienen la Constitución Española y el Estatu d'Autonomia valenciano. Pero esos elementos no definen la realidad europea que padecemos, como tampoco lo hacen la Constitución o el Estatut con el estado español o el País Valencià. Por eso trabajamos desde las calles y desde las instituciones en cambiar esa realidad que no nos gusta y que no nos representa.
Defendemos el valor de lo público, de lo colectivo, de lo social como el único mecanismo posible de justicia e igualdad, de solidaridad, de responsabilidad y ética desde el ejercicio de la representación pública e institucional. No compartimos el pragmatismo de la cesión de suelo público para uso privado y privativo de servicios básicos garantizados porque sólo acentúan y consolidan la injusticia de las políticas depredadoras generadoras de injusticia e inequidad.
Y defendemos una Europa diferente, una Europa que cuide, potencie y prime esos mismos valores sociales y colectivos. El Tratado de la Unión tiene elementos positivos, cómo no, igual que los tienen la Constitución Española y el Estatu d'Autonomia valenciano. Pero esos elementos no definen la realidad europea que padecemos, como tampoco lo hacen la Constitución o el Estatut con el estado español o el País Valencià. Por eso trabajamos desde las calles y desde las instituciones en cambiar esa realidad que no nos gusta y que no nos representa.
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