Bondad selecta
Es lo bueno de ser bueno. Que tienes bula. Si eres un político de izquierdas no puedes ir de caza con un juez. Si eres de derechas, puedes ir a comer con un juez a un restaurante: no te va a pasar nada. Si eres de izquierdas, no puedes usar coche oficial. Si eres de derechas, sí, hasta para ir a misa o a comprar
Si eres de izquierdas no puedes tener hermanos con despacho ni hijas con bufete. Si eres de derechas, puedes tener maridos con coches nuevos o querer un huevo a gente que no conoces, por no hablar de aquello de estar en política "para forrarse".
Si eres de izquierdas y tienes un problema con la justicia, tus votantes te abandonan. Si eres de derechas y tienes un problema con la justicia, es que te persigue la Inquisición y te vota más gente, para decirte, con cariño, que estos trajes y los que haga falta. Faltaría más. Además muchos votantes de la izquierda se abstienen, hastiados.
Los damnificados por el caso Gürtel y el del espionaje en Madrid, en los que están implicados miembros del PP, incluso de alto nivel, son Baltasar Garzón y Mariano Bermejo. Los beneficiados con más votos que nunca y la participación más alta del país son el PP de Valencia y el de Madrid.
Este tipo de reflexiones, aún siendo válidas y en cierta manera necesarias, no dejan de ser preocupantes también. La autocompasión ante la "injusticia" que suponen las diferentes varas de medir que tiene la ciudadanía respecto a los políticos de izquierdas y derechas está ocultando y postergando el análisis real de la situación y la búsqueda de soluciones factibles para cambiar esta realidad.
Como le contestaba a la persona que me envió el post anterior, seguir mirándonos el ombligo y comparando las diferentes varas de medir y juzgar que tiene la sociedad respecto a comportamientos parecidos no es el problema, ni la causa de la victoria mayúscula del PP el domingo pasado.
El gran problema de la izquierda, del PSPV y del PSOE como fuerza política natural que busca el gobierno del país (valencià en este caso) es que no ha sabido leer la realidad valenciana ni construir un mensaje articulado, ilusionante y creíble que cambiara la tendencia del crecimiento del PP en este país.
Y, por lo que he leído y oído en estos 2 días, los dirigentes del PSPV-PSOE -y acompañan en ese ejercicio los de EU-IU- siguen sin saber siquiera donde tienen que buscar el origen de la solución. Leer que Jorge Alarte dice que se hará responsable de los resultados electorales cuando sea candidato u oir que Carmen Alborch asegura que el electorado de Valencia ha castigado a Rita por ser mala alcaldesa, sacando a su partido 20 puntos de diferencia, más parece una burla que una verdadera reflexión de los máximes exponentes del PSOE en Valencia. Y, aunque una mala praxis del PSOE pueda beneficiar electoralemente a todos aquellos que seamos capaces de consolidar una alternativa a su izquierda, el gran problema es que la derecha seguirá gobernando durante años.
La solución no es fácil. Pero es evidente que para poder resolver un problema tes necesario hacer un buen diagnóstico inicial, evaluar los medios disponibles -incluyendo las personas-, establecer una estrategia y una táctica y ejecutarla sin dudas y, a ser posible, con unidad. Y, en este momento, los dirigentes que tenemos gobernando las huestes de la política en el lado siniestro tienen poderosas y mezquinas razones para no hacerlo y mantener determinados status quo.
Por ello, cada vez estoy más convencido de que la única manera de empezar a cambiar estas situaciones, de modificar este concepto de "corrección política" que toca todo para no cambiar nada es la revolución, silenciosa y eterna, desde las bases de los partidos, desde la militancia a ras de pueblo, desde el sentimiento y el corazón. Desde el contacto con la calle, desde la realidad social, con sus infinitas caras y matices, cada uno de nosotros debería ser la esponja que absorviera y se empapara de las esencias cotidianas. Los partidos políticos deberían dejar de ser el mercado de intercambio de prebendas y favores y transformarse en instrumentos de canalización de esas demandas y necesidades sociales y quienes los dirigen deberían ser los mejores exponentes de esas praxis política. La derecha, por evidentes razones, no se plantea nada de esto. La izquierda tampoco y así nos va. Las carencias analíticas y discursivas son tan evidentes que, de no ser patéticas, darían risa. Lo malo es que las consecuencias las pagamos todos, menos los damnificados/absueltos dirigentes imputados del PP y sus corte de estómagos agradecidos.
Así que, mientras todo esto no cambie, seguiremos lamiéndonos las heridas.
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