Elisa Díaz, hija del ex alcalde de Alicante Luis Díaz Alperi, -pareciera que el PP ha transformado las instituciones no sólo en su particular cortijo donde hacen y deshacen a su antojo sino en una especie de corte real para ofrendar nuevas glorias a Camps y Rajoy y donde los escaños se heredan y traspasan entre familiares cual parte de la herencia patrimonial- reconoció a Enric Morera hace un par de días que su partido, PP, iba a votar en contra de todo lo que propusiera Compromís, incluso estando de acuerdo, por culpa del incidente de la camiseta con el "Wanted Camps". Eso les ha llevado a votar en contra de una propuesta presentada por nuestro grupo -que pedía la apertura de una oficina de tráfico en Gandía- y presentarla, palabra por palabra, varias semanas después como suya para llevarla a la práctica. El grado de esquizofrenia, mezquindad y burrería del Partido Popular está llegando a cotas realmente escandalosas. Junto a la burla que supone hacia la ciudadanía a la que tanto dicen querer y a las instituciones que controlan y manejan -porque gobernar es otra cosa muy diferente- .El PP no ha sabido digerir el hecho de que todo el país se haya enterado de la huída del cada vez menos honorable President en lugar de dar la cara ante el parlamento valenciano y dar las explicaciones necesarias por su imputación. Por mucho pecho que saquen por los últimos resultados electorales, en el PP saben que el caso Camps es una bomba de relojería cuyo tic-tac suena permanentemente, como el reloj del capitan Garfio, tras las camisetas o las intervenciones en la tribuna parlamentaria. Y, como Garfio, la palidez cadavérica de Camps -oculta bajo el bronceado permanente- evidencia el pánico de la irresponsabilidad y la culpabilidad política.
Y, por ello, porque Camps y sus acólitos son incapaces de asumir esta situación y afrontarla con la necesaria valentía y capacidad política, se producen las huidas a EE.UU. a firmar contratos ya firmados, se niega la palabra y el debate en la sede de la soberanía ciudadana o se vota en contra de propuestas de representantes del pueblo, aún estando a favor de las mismas y reconocer que son beneficiosas para la sociedad. El comentario de esta señora diputada -cuyo único mérito para serlo, según dicen algunos de sus propios compañeros de partido en Alicante, es ser hija de quien es, como la de Fabra en Castellón- eleva a estupidez supina y a inutilidad absoluta la labor de gobierno de su partido.
Las Cortes Valencianas no deberían ser el patio de colegio de niños y niñas donde las rencillas personales se dirimen en un "no te ajunto" con la consiguiente negación de la palabra y se niega la pelota para jugar todos juntos. Los diputados y diputadas del PP llevan mucho tiempo, con Milagrosa a la cabeza, haciendo dejación de las obligaciones y del respeto parlamentario que han contraído con la sociedad valenciana, en favor de la defensa numantina del presidente de su partido. Y con ello van acumulando, día tras día, toneladas de vacío y desprestigio de la función pública difíciles de superar. Aunque poco o nada les importe a quienes han hecho de la política su medio de vida a pesar de todo y de todos.
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