Camps y el PPCV querían que la rama valenciana del caso Gürtel -su caso- recayera en el Tribunal Superior de Justicia de la C. Valenciana (TSJCV), creyendo que, al igual que el resto de instituciones y organismos públicos, estos actuarían bajo el mandado de sus amos y señores.

Sin descartar que aún pueda haber alguna sorpresa desde el TSJCV, no parece que por ahora la actuación del magistrado José Flors esté siendo motivo de sospecha alguna de partidismo. La cara del Molt Honorable Imputat tío Paco Camps esta mañana en Canal 9, durante un acto protocolario era de profunda preocupación.

Y, por lo que hemos ido leyendo en las últimas semanas, el President de la Generalitat y del PPCV tiene motivos más que sobrados para estar muy preocupado. Yo no se casi nada de leyes y nada de juicios, magistrados y procesos, pero no parece lógico que si acusan a Paco Camps de aceptar regalos, él lo niega, afirma ante el juez que ha pagado los trajes -aunque de manera un tanto inverosímil- y se reafirma ante su público, los medios de comunicación y el Parlamento valenciano que de lo suyo no hay nada de nada, esto acabe con la apertura de juicio oral contra el president.

Algo falla en ese proceso. Las actuaciones de la justicia y la policía no han hecho sino ahondar en la certidumbre de que los cuatro imputados sí aceptaron los trajes como regalos. José Flors, magistrado instructor del caso, entiende que "existen suficientes indicios racionales para estimar que los hechos objeto del procedimiento pudieran ser constitutivos de un delito de cohecho previsto y penado en el artículo 426 del Código Penal" por lo que abre juicio oral, además de contra Camps, contra el portavoz del PP en la asamblea valenciana y secretario general del partido en la Comunidad, Ricardo Costa, José Víctor Campos Guinot y Rafael Betoret Parreño. Cabe suponer, siendo mal pensados, que como consecuencia de la adjudicación millonaria de actos y organizaciones de eventos para la administración pública y para el PP. Si tan claro estuviera el tema como Camps afirmaba hace tres semanas -"de lo mío no hay nada de nada"- esto no hubiera llegado hasta el juicio oral.

El President está manchado con la profunda y oscura sombra de la sospecha sobre su gestión pública como máximo responsable de la Generalitat y como máximo responsable del Partido Popular en Valencia. Y sólo esa sombra es más que suficiente para exigirle el inmediato abandono de sus responsabilidades públicas. La defensa de Cospedal esta mañana y de Rajoy a lo largo de los últimos días no hace sino corresponsabilizar y extender la sospecha al conjunto de la dirección del partido. Y, por ello, Camps no puede seguir liderando el destino de los valencianos. Y si alguien en el PP tuviera un poco de sentido común y decencia política haría callar al impresentable de Costa durante el tiempo suficiente para que fuera preparando su defensa ante los juzgados, porque su incontiencia verbal es cada vez más difícil de justificar, de aceptar y de mantener como estrategia de ventilador frente a la oposición.

El hecho de que el día 15, Camps, Costa, Campos y Betoret tengan que sentarse en el banquillo de los acusados a escuchar las imputaciones de la fiscalía significa un salto cualitativo de una magnitud difícil de medir. Es la primera vez que nuestro país llega a este nivel de degradación democrática y ellos cuatro, junto con el PP, son los responsables de ello. Los abusos y represalias en las Cortes hacia l@s diputad@s de Compromís -los únicos con suficientes narices para decir las cosas altas y claras-, la desvergüenza en el tratamiento informativo de la radio y la televisión pública sobre el caso Gürtel y la situación de Camps en él, obviando sistemáticamente el tratamiento de "imputado", han sido la reacción infantil y chulesca de unos personajes y de un partido político que ha perdido, si alguna vez llegaron a tenerlo, el sentido de la gobernabilidad y de la responsabilidad.

Y la ciudadanía valenciana, que parece anestesiada como bien dijo Enric Morera en el acto del pasado 2 de julio, debería despertar de su letargo y actuar para cambiar de una vez esta situación. Frente a los cantos de sirena embaucadores de Costa y Rita Barberá, los tambores estan tronando desde hace semanas. Sólo falta que la gente escuche y actúe en consecuencia.