
Pretenden que vivamos bajo el imperio del terror (eso se llama terrorismo de estado); quien todavía tiene trabajo temeroso de perderlo si pretende conservar y ejercer algún derecho conquistado. Para ello las reformas laborales que facilitan y abaratan enormemente el despido, casi a discreción del empresario.
Quien no trabaja, vive bajo el temor de no buscarlo pues le pueden quitar lo poco que le dan. Los estudiantes que protestan en las calles viven bajo el temor de los golpes y las porras de la policía, que usan y abusan de la fuerza y de la sinrazón. El estado policial es el acompañante necesario, el brazo represor del estado de terror. Y la ciudadanía en general vive bajo el temor de que, si se mueven, las cosas aún pueden ir a peor, sin darse cuenta de que, bajo el inmovilismo es cuando todo empeora. El temor, en el alma y en la cabeza, es el gran éxito de esta crisis fraudulenta y represora. Si Franco levantara la cabeza estaría verdaderamente orgulloso de su discípulo Rajoy
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