
Dice el diccionario que Irresponsable es la persona a quien no se puede exigir responsabilidad, o el acto resultante de una falta de previsión o meditación. En la primera acepcción entra el conseller García Antón, autodeclarado irresponsable en la tribuna del parlamento, derivando toda causalidad del accidente en razones insuficientemente explicadas todavía, aferrándose a un cargo y a un sillón ocupado quizá demasiado tiempo con el apoyo cómplice del máximo dirigente del PP valenciano.
La oposición y gran parte de la ciudadanía no comparte esa calificación de irresponsabilidad. El conseller García Antón, primero como Director General de Obras Públicas (1993-95), después como Subsecretario de Obras Públicas (1995-98) y, por último, como Conseller de la Conselleria de Obras Públicas, Urbanismo y Transportes de la Generalitat Valenciana desde el año 1998 hasta la actualidad, no tiene la autoridad moral y política para declararse irresponsable del grave accidente de la línea 1 del metro. Después de 13 años de ejercer como autoridad política y administrativa en materia de Transporte (entre otros), de los cuales 8 lo ha sido como la máxima autoridad, tiene responsabilidad, y mucha, sobre el accidente ocurrido. La comisión de investigación debería haber determinado el carácter exacto de tal responsabilidad, pero el gobierno valenciano y el Partido Popular han impedido que cumpla con el cometido que se le asignó.
La credibilidad política del PP, la poca que les quedaba, ha desaparecido. La capacidad de respuesta de la actual mayoría parlamentaria valenciana a las preguntas, a las dudas y al dolor de la calle es nula. Su incapacidad de gobierno es plenamente visible. Su insensibilidad e irresponsabilidad (ahora sí) frente a la demanda de explicaciones inaceptables. Y la burla al conjunto de la sociedad valenciana totalmente intolerable.
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