
Otra de las tradiciones ya establecidas después de muchos -demasiados- años en el gobierno, son las veraniegas modificaciones presupuestarias de la Consellería de Economía que preside Gerardo Camps. Como todos los años, invariable, cíclica y reiteradamente, se producen estos trasvases estivales de dineros, aprovechando la coyuntura vacacional y el apagón informativo para cambiar destinos, estrategias y políticas inversionistas aprobadas en diciembre -siempre en solitario- y tapar agujerillos en agosto.
Lo malo no es ya la demostrada mala gestión de las diferentes consellerías en materia presupuestaria y de la propia consellería de Economía como garante de esa gestión de lo público, grave de por si, sino el carácter de las modificaciones publicadas minorando los recursos destinados a inversiones públicas en beneficio del gasto corriente y de los desvíos presupuestarios no controlados.
Al final de toda esta historia, el dinero siempre va a algún sitio y me gustaría saber a dónde llega este caudal desviado de dinero público. A la ciudadanía no, desde luego.
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