Desde la elección del compañero Evo Morales a la Presidencia de la República de Bolivia, hemos podido constatar que las políticas implementadas por el nuevo gobierno se articulan estrechamente con un número importante de reivindicaciones que defendemos desde hace años.
Así, por ejemplo, en referencia a las denuncias sobre los impactos sociales, económicos y ambientales de las empresas trasnacionales en América Latina, ámbito que nos ha llevado a denunciarlas ante espacios como el Tribunal Permanente de los Pueblos, hemos constatado una postura firme por parte del gobierno boliviano. No solamente hemos festejado el retiro de Bolivia del Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI), que ha abierto finalmente una brecha en ese poderoso e ilegítimo brazo del Banco Mundial. También hemos celebrado la política de recuperación de la Soberanía sobre los sectores más estratégicos de la economía boliviana. Éstos habían sido impunemente entregados, con la complicidad de las elites locales, al poder transnacional, en detrimento de los Derechos Humanos de los Pueblos, y obedeciendo a los dictámenes de los principales defensores del sistema capitalista en América Latina: los Estados Unidos, la Unión Europea, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y en Banco Interamericano de Desarrollo. Somos concientes de que ese proceso de recuperación es un resultado concreto de la valerosa lucha de los movimientos sociales bolivianos, y que ha implicado un sacrificio cotidiano, cobrando incluso vidas humanas. Pero lo que se ha avanzado en Bolivia al respecto, constituye un paso muy importante para todas nuestras Naciones y Pueblos.
En lo que refiere a los tratados de libre comercio, que someten en marcos supranacionales, todos los ámbitos de la vida a los intereses económicos, también hemos sido testigos de las posturas asumidas desde Bolivia, caracterizadas por su dignidad. Al fin contamos con un gobierno que asume la defensa de su Pueblo en el ámbito del comercio internacional, y que se deslinda del constante alineamiento que han demostrado los gobiernos latinoamericanos ante las políticas neoliberales. Esto se ha apreciado particularmente en el rechazo de la firma del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, y en las negociaciones del Tratado entre la Comunidad Andina de Naciones y la Unión Europea.
Hoy, en el mismo contexto en el que se hacen públicos documentos clasificados del Archivo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos que dejan aun más clara la implicación de este país en el golpe de Estado que derrocó al presidente Allende en Chile, Evo Morales ha denunciado además la injerencia de los EEUU en Bolivia y expulsado al embajador estadounidense por conspirar contra la democracia boliviana. Fue seguido por el gobierno venezolano en esta iniciativa. Sabemos que quienes encabezan la oposición en Bolivia son los grupos de mayor poder económico, grandes propietarios de tierras (donde aún mantienen regímenes de semi-esclavitud), que incumplen las normativas de repartición agrarias y que se oponen a las políticas de redistribución de los recursos, en uno de los países más empobrecidos del continente. Son precisamente esas elites locales las que siempre han entregado los recursos nacionales y por ello, son responsables del avance del neoliberalismo en América Latina y del consecuente empobrecimiento y marginación. También se han hecho históricamente cómplices de los estragos generados por la Deuda externa y por la Deuda ecológica. En Bolivia, cuentan con el apoyo de los Estados Unidos, y además disponen de un grupo de choque, la “Unión Juvenil Cruceñista” que siembra el terror atacando violentamente a los que no piensan como ellos, y despertando los más vergonzosos fantasmas del fascismo. Afirmamos, que cuando el gobierno de Estados Unidos se reune con los responsables políticos de estas acciones, hace un flaco favor a la democracia boliviana. Su objetivo es de volver ingobernable el país. Si antes el Imperio se defendía mediante dictaduras militares en América Latina, hoy utiliza a las oligarquías nacionales. Pretende repetir la historia, y detener nuevamente el avance de los Pueblos. Pero esta vez, no pasará.
Evo Morales y Hugo Chávez han tomado una decisión que muchos gobiernos deberían atreverse tomar, pero no lo hacen por temor a las repercusiones económicas (y hasta militares) que ello conllevaría.
Hoy celebramos entonces, una acción valiente, que se sustenta en la soberanía y en la dignidad de nuestros Pueblos. Expresamos nuestro apoyo totalmente incondicional a los gobiernos de Bolivia y de Venezuela. Su lucha es también la nuestra y se inscribe en nuestro largo e histórico proceso de liberación.
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