Ayer se representó en el Teatro Cine Tívoli de mi pueblo, Burjassot, la obra dirigida por Pepe Rubianes Lorca somos todos. Un grupo de gente, no más de un par de docenas, pudo expresar su rechazo a la obra, a su director, a lo que dijo, a todo lo que quisieron decir no, sin ningún problema, en la puerta del cine, utilizando pancartas y megáfonos.
A diferencia de Lorca, que no pudo seguir diciendo lo que quería, que no tuvo la oportunidad de decir, de sentir, de querer, de vivir; a diferencia de cientos de miles de personas que, como él, decían, sentían, querían y vivían, ayer, un puñado de personas pudo decir y expresar, en libertad, su rechazo a Rubianes y a su obra. Es posible, pues, que la muerte de Lorca, su asesinato, y el de cientos de miles de personas más, hayan servido para algo. Esa es la grandeza, y la miseria, de la democracia.
0 comentaris:
Publicar un comentario