Me parece poco menos que curioso -ya sabemos que las casualidades en política no existen- que, en pleno proceso electoral en Galicia y Euskadi, en los momentos previos a un posible segundo rescate financiero al estado, favorecido por la inutilidad de las medidas y recortes socioeconómicos aprobados por el ejecutivo español y en plena caida libre de los partidos mayoritarios y de sus líderes -sobretodo de los dirigentes del PP y del PSOE- salga el president Artur Mas, correligionario de Rajoy en todo el proceso de aplicar salvajemente recortes en las prestaciones de servicios sociales básicos y derechos conquistados, planteando el tema de la independencia de Cataluña y covirtiéndolo en el principal problema de este país y foco de atención mayoritario de políticos y medios de comunicación.
Espero que, al menos, reciba puntualmente el pago acordado por ello.
P.D.: Para los reduccionistas de los argumentarios que, de lo expuesto anteriormente, pudieran inferir mi posición contraria al independentismo catalán solo cabría añadir que mi modelo, desde hace más de 25 años, es un estado federal (al que el PSOE ahora se apunta pero que ha negado hasta la saciedad cuando ha tenido la oportunidad de iniciar las reformas necesarios para caminar y avanzar en ese sentido y a las actas del Congreso, Senado y FEMP me remito).
Porque no estar de acuerdo con el independentismo de Mas no tiene porqué significar estar en contra de la independencia de Cataluña. Porque se puede tener un modelo alternativo y propio, una visión diferente del país, del Estado y de Europa, sin reduccionismos; sin exclusivismos, sectarismos o visiones secesionistas apocalípticas.
Y lo que debería quedar meridianamente claro es que estoy en contra de utilizar las pasiones y las legítimas ambiciones de una parte importante de todo un pueblo para esconder las miserias de sus gobernantes, hacer olvidar las graves consecuencias del ejercicio del gobierno y, además, obtener rédito electoral. Artur Mas y CiU son cómplices del PP en España y en Cataluña de las políticas devastadoras de la coherencia social y del estado de bienestar que, con aciertos y errores, se iba construyendo en el conjunto de este país y pretender obviarlo enarbolando la bandera estelada me parece poco menos que un insulto a la inteligencia.
P.D.: Para los reduccionistas de los argumentarios que, de lo expuesto anteriormente, pudieran inferir mi posición contraria al independentismo catalán solo cabría añadir que mi modelo, desde hace más de 25 años, es un estado federal (al que el PSOE ahora se apunta pero que ha negado hasta la saciedad cuando ha tenido la oportunidad de iniciar las reformas necesarios para caminar y avanzar en ese sentido y a las actas del Congreso, Senado y FEMP me remito).
Porque no estar de acuerdo con el independentismo de Mas no tiene porqué significar estar en contra de la independencia de Cataluña. Porque se puede tener un modelo alternativo y propio, una visión diferente del país, del Estado y de Europa, sin reduccionismos; sin exclusivismos, sectarismos o visiones secesionistas apocalípticas.
Y lo que debería quedar meridianamente claro es que estoy en contra de utilizar las pasiones y las legítimas ambiciones de una parte importante de todo un pueblo para esconder las miserias de sus gobernantes, hacer olvidar las graves consecuencias del ejercicio del gobierno y, además, obtener rédito electoral. Artur Mas y CiU son cómplices del PP en España y en Cataluña de las políticas devastadoras de la coherencia social y del estado de bienestar que, con aciertos y errores, se iba construyendo en el conjunto de este país y pretender obviarlo enarbolando la bandera estelada me parece poco menos que un insulto a la inteligencia.
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