Allá por el mes de mayo de 2006 apareció en este mismo diario un artículo con el mismo nombre que el de hoy –sin el “II”- donde criticaba el uso partidista de encuestas y estudios de opinión realizados sin garantías técnicas suficientes –a veces, ninguna- que garanticen, dentro de un margen estimado de error o incertidumbre. su fiabilidad y la credibilidad de las conclusiones que de ellas puedan derivarse.
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Una encuesta es un conjunto de cuestiones normalizadas dirigidas a una muestra representativa de población o instituciones, con el fin de conocer estados de opinión o hechos específicos. Si, además, el objeto de la encuesta es conocer la intención de voto de la ciudadanía e intentar influir en ella para mejorar los resultados electorales, la corrección en su diseño, elaboración y análisis deberían ser extremos y –ya lo comenté en el anterior artículo- debería ser materia de control y supervisión por parte de las Juntas Electorales.
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Una encuesta es un conjunto de cuestiones normalizadas dirigidas a una muestra representativa de población o instituciones, con el fin de conocer estados de opinión o hechos específicos. Si, además, el objeto de la encuesta es conocer la intención de voto de la ciudadanía e intentar influir en ella para mejorar los resultados electorales, la corrección en su diseño, elaboración y análisis deberían ser extremos y –ya lo comenté en el anterior artículo- debería ser materia de control y supervisión por parte de las Juntas Electorales.
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Es más que evidente que el Partido Popular hace de este tema, como de otros muchos, herramienta electoral con el único objetivo de permanecer en el poder, menospreciando el carácter científico de la Estadística, dentro de la generalizada minusvaloración del Conocimiento y la Educación como valores sociales de los que han venido haciendo gala en todas sus etapas de gobierno, y haciéndola servir como mero apoyo del mensaje mediático electoralista y continuando la mutación de portavoces políticos en visionarios y agoreros. Antes se leían las tripas de animales en los templos de culto para adivinar el futuro de los emperadores o los reyes; ahora se hacen encuestas para perpetuar a Camps en el trono.
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Y así, mientras se lanzan mensajes triunfalistas de mayorías absolutas, ampliadas y repetidas hasta la saciedad por la correa de transmisión y megáfono del PP en que han convertido a Canal 9, mientras se desvía la atención hacia la Copa de la América o el circuito urbano de fórmula 1, se silencian de la misma manera los graves problemas de división interna del partido gobernante en Alicante y Castellón, el fusilamiento político, con el respaldo de su propia dirección autonómica, de un diputado valenciano del PP por criticar el boicot al grupo PRISA, o las continuas descalificaciones y críticas a la nefasta política urbanística desarrollada, entre otras muchas cosas.
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Resulta irónico que el Partido Popular utilice la estadística y las encuestas como uno de los elementos claves para seguir diciendo que “Valencia va bien” y, sin embargo, la Conselleria de Economía que dirige el probable cabeza de lista por Alicante, Gerardo Camps, haya sido incapaz en toda esta legislatura de mandar a las Cortes para su aprobación el nuevo Plan Valenciano de Estadística que lleva prorrogado desde 2004. Debe ser que esto no da votos
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