En relación a un correo que me ha entrado esta mañana -supongo que después de que el remitente hubiera leído el post anterior- donde se me acusa de no estar de acuerdo con la lista electoral porque no ha salido la candidata que yo quería, debo hacer algunas apreciaciones:

Desconozco cómo se puede estar en contra de una cosa que se desconoce. Ni formal ni informalmente conozco los nombres de quienes forman parte de las listas electorales de Compromís, salvo los dos primeros por Valencia y los cabezas de lista por Alicante y Castellón.

Conozco de referencia a los dos primeros por Valencia, Joan Baldoví y Cristina Domingo. Y muy de pasada su trayectoria política. Por eso, no tengo nada que decir, salvo que si sus partidos los han escogido para representarlos en la coalición y proponerlos como cabezas de lista respectivos deben reunir méritos más que suficientes para ello. No me habrá oído nadie decir nada en contra suya salvo que no los conozco. Sí conozco la trayectoria y valía de otra persona que, personalmente, hubiera preferido que fuera la segunda en la lista, tras la propuesta del Bloc; pero su partido decidió otra cosa diferente y no hay nada más que decir sobre eso, entre otras cosas porque los no militantes de Compromís -que somos más que los sí militantes- no tenemos ni el derecho ni la capacidad de decidir sobre quienes nos deben representar en las candidaturas electorales, ni a expresar nuestra opinión sobre las mismas en ningún momento previo o posterior a su ratificación. Supongo que debe haber diferencias en cómo se han confeccionado las candidaturas en Compromís respecto a cómo lo hace el PP o el PSOE, pero las desconozco. Eso sí, a la hora de hacer campaña se hará de nuevo un llamamiento al voluntariado para que aporte su trabajo, esfuerzo, dedicación, ilusión, dinero, etc., etc. para colocar en su escaño de Madrid a los que unos pocos han elegido. Y el voto, claro.

Pero el 21-N, si de los resultados electorales se derivan cargos de personal contratado en alguna de sus modalidades del ámbito político que no espere nadie que se haga un llamamiento al conjunto de la coalición, militantes o no; ya deben estar repartidos también entre los mismos que hicieron las listas.

Ah! Y para alguno que ha leído el post anterior y no le ha gustado mucho -debe ser porque es del "aparato" de algún partido y se ha debido sentir aludido en alguno de los párrafos- sólo una cosa: los partidos han hecho lo que han considerado oportuno sin pedir opinión -no tienen por qué hacerlo- y yo doy mi opinión sin pedir permiso a los partidos -que tampoco tengo por qué hacerlo- y porque pienso y digo lo que pienso porque me da la gana.

Y si a algún estómago agradecido no le gusta esto pues que se aguante ... como si a estas alturas de la película tuviera que preocuparme de los gustos que circulan por los aparatos partidistas!!

No és això, companys, no és això;
ens diran que ara cal esperar.
I esperem, ben segur que esperem.
És l’espera dels que no ens aturarem
fins que no calgui dir: no és això. 

Si algo supuso las pasadas elecciones autonómicas y municipales del 22 de mayo fue la irrupción en el panorama político valenciano de Compromís como tercera fuerza política. Las razones que llevaron a conseguir tan importante resultado para quienes siempre han tenido una cierta vocación extraparlamentaria (Bloc o Verds) o para quienes venimos de una larga travesía en el desierto (Iniciativa o Projecte Obert) habían sido justamente la de no sentirnos parte de una determinado partido político sino de algo mucho más grande, mucho más ilusionante y con mayor recorrido que cada una de las partes que lo forman. Porque con ello se consiguió algo que siempre ha sido objetivo de los partidos políticos y raramente alcanzado: conectar con las necesidades, con las ilusiones y las emociones de la gente. Eso se consiguió en Compromís durante la precampaña y la campaña electoral y por ello se obtuvo el respaldo, el apoyo y la confianza de la gente. De mucha gente joven, esperanzada y combativa que veía en Mónica Oltra un azote contra la derecha corrupta, un ejemplo de resistencia a la barbarie, o en Fran Ferri una voz propia, suya, identificada, en les Corts Valencianes; o de gente ya madura, que saben muy bien lo que representa de verdad la derecha en el poder y lo imposible que representa para la socialdemocracia cambiar las verdaderas políticas económicas y sociales y vieron en Joan Ribó, en Compromís, una puerta a la esperanza, después de tantos años de erial político realmente progresista.

Las próximas elecciones generales del 20 de noviembre deberían haber significado la consolidación de esta ilusión, ahora con una importante representación institucional. Pero las partes de esta suma que es Compromís volvieron a manifestar su más que alta mediocridad y carencia de visión política y prefirieron actuar en clave interna y partidista, retrocediento en el tiempo y en las formas, restando credibilidad e ilusión y esperanza entre quienes creyeron que, esta vez sí, había una fuerza política distinta en el panorama político valenciano y estatal. Por desgracia, volvieron a primar las viejas formas de hacer y entender la política, quizás porque quienes las dirigen no son más que viejos y mediocres gestores de la inutilidad y son incapaces de entender el mensaje de las pasadas elecciones; que han sido incapaces de aprender -es lo que tiene ser perro viejo al que ya no se le pueden enseñar trucos nuevos- que  se puede llegar a la gente desde la normalidad, la simpatía, la empatía, la protesta o la crítica, pero siempre desde la verdad, la coherencia y la honestidad.

La confección de las listas electorales de Compromís (+Equo) se ha realizado desde el proceso opaco interno de los partidos políticos. Entre ellos se han repartido los puestos de la lista, han elegido sus candidatos -evidentemente no en función de los intereses generales de la coalición sino de las luchas internas- y supongo que, otra vez, ya se habrán repartido las prebendas derivadas de una probable representación parlamentaria en Madrid. Otra vez, la mediocridad y la falta de visión política de unos pocos conduce a la gran miseria de todos. Desde sus despachos con nómina pública, algunos se creen con derecho a decidir por todos nosotros. Aquellos que no entendieron el mensaje del 22 de mayo, aquellos que quizás no son distintos a quienes dicen combatir, aquellos que no son más que gente a la que, como hicimos en el pasado, no convenga tener como compañeros de ningún viaje más porque ya sabemos qué armas llevan y la falta de escrúpulos que tienen en utilizarlas para salvaguardar y defender sus carreras políticas. Aquellos que, desde sus poltronas y desde la supuesta posesión de la razón que da la fuerza, simplemente porque son más, creen que pueden jugar a ser dioses en un mundo de mujeres y hombres. Se arrogaron con el éxito del 22-M y tomaron decisiones para el 20-N. Esperemos que también sean capaces de asumir las responsabilidades del 21-N y asumir el coste político de jugar con las esperanzas e ilusiones de la gente y actuar, cual políticos al uso, en función de sus intereses y de espaldas a la sociedad.

El refranero no miente: aunque la mona se vista de seda .... y de donde no hay no se puede sacar...A pesar de todo, queda un punto de esperanza por el que vale la pena plantearse la necesidad o conveniencia de continuar: la alegría de toda aquella gente que la noche del 22 de mayo rió, bailó y lloró al ver que tantos esfuerzos, tanta dedicación, ilusión y tanto trabajo obtenía el respaldo y el apoyo de una parte muy importante de la sociedad valenciana. Una vez más se vió que las personas están muy por encima de quienes dicen ser sus dirigentes. A pesar de estos últimos, para pesar de estos últimos, continuaremos diciendo, gritando si hace falta, que no és això, companys, no és aixó pel que vàrem plorar tants anhels.