Y para que conste, si, como parece, alguien de esos que andan enredando tanto porque su máximo temor es que le muevan su culo del cómodo sillón del despacho institucional y no que las fieras depredadores de lo público vuelvan a sentarse en los sillones azules de Les Corts Valencianes y en tantas presidencias de Ayuntamientos en 2015, pretende -al estilo González Pons- meternos a todos en el mismo saco de reparto de prebendas y nóminas públicas, se equivoca de cabo a rabo. Eso se lo dejamos al PP y sus voceros.
Porque si en algo se sustentó el éxito electoral de Compromís en las pasadas elecciones autonómicas y municipales fue en no ser ni comportarse como un partido político al uso; por su cercanía con la ciudadanía y su empatía con la realidad que vivían y siguen viviendo nuestros convecinos; por su apuesta decidida por la transparencia y la regeneración de los valores sociales, cívicos y políticos. Pero ahora que las previsiones hacen presuponer que habrá sillones para muchos algunos pretenden dejar de lado todo aquello y asegurarse la pataqueta pública durante cuatro años aún a costa de comportarse como un partido al uso. ¿Por eso votamos con el PP en las Diputaciones el reparto presupuestario y las subvenciones a entidades afines? Pues para eso, como dije antes, que se queden en su corralito comprando y vendiendo pollos que los demás haremos política para la gente y con la gente donde podamos.
Abundando un poco en el post de ayer, parece mentira que algunos sigan pensando y actuando con la mente puesta en su mísero espacio de poder en lugar de tenerla en las gravísimas consecuencias para toda la sociedad tendría que esta gentuza del PP siguiera gobernando otra legislatura más. Y que un cambio político de verdad en el P. Valencià pasa, indefectiblemente, por un cambio político en las maneras de entender, hacer y hacer ver de las fuerzas políticas que pretenden ese cambio. No basta con decir que queeremos desalojar al PP de las instituciones porque es un cáncer para la sociedad, mientras nos comportamos igual que ellos blindando parcelas de control, poder y representación, o compartimos y apoyamos sus presupuestos a cambio de inversiones donde gobernamos, por poner algún ejemplo castellonense reciente.
Si, finalmente, el acuerdo sobre las primarias en Compromís se hace exclusivamente para favorecer la representación y los intereses de los tres partidos que forman actualmente la coalición, sólo nos quedará agradecer el hálito de esperanza que nos dieron/dimos hace poco más de dos años sobre un posible futuro diferente a la realidad que nos atenaza y nos minimiza como ciudadanos y como seres humanos y lamentar que la izquierda vuelva a mostrar su lado más oscuro y egocéntrico y vuelva a desilusionar y decepcionar cualquier expectativa de ser uno de los motores del necesario cambio de escenario. Y seguiremos, desde las aulas y desde las calles incidiendo en la conciencia social de quienes vienen por detrás con el deseo y la esperanza de que, visto que el presente sigue y seguirá siendo gris, el mañana nos traiga colores diferentes del azul gaviota.
Corren malos vientos en el seno de Compromís referidos al manido tema de las primarias. Las manifiestas incapacidades de supuestos líderes políticos de abordar un proceso ilusionante de ofrecer a la ciudadanía -o, en el peor de los casos, a la militancia- la capacidad de decisión sobre quien debería liderar nuestra oferta electoral, junto con la -como no- incapacidad de renuncia a sillones y repartos económicos, ha hecho que el proceso de elaboración de primarias se haya eternizado y hayamos perdido casi toda la ventaja social, electoral y diferenciadora que se pretendía. El PSPV ya ha anunciado para el mes de enero su proceso de elección de candidatos en Valencia por este método que, aunque diferente al que se proponga por parte de Compomís, les otorga ventaja frente a lo que venga después, independientemente del cómo se realice.
Y, al mismo tiempo, los tres partidos que forman la coalición muestran su manifiesta partitocracia dejando de lado a los que, de facto, formamos la cuarta pata de este proyecto político. Es cierto que tanto Bloc Nacionalista Valencià, como Iniciativa del Poble Valencià como Els Verds son los dueños absolutos del cotarro y que los demás debemos jugar al juego según las reglas que marquen, al menos mientras esas reglas pretendan cambiar la realidad social y no perpetuar mecanismos atrasados, obsoletos y totalmente inservibles en estos momentos de crisis de credibilidad política. Porque si lo que pretenden -y el mecanismo de primarias actualmente sobre la mesa en proceso de negociación parece ir por ese camino- es excluir al resto por el mero hecho de reservarse los puestos de probable representación y, por tanto, ser un partido político más al uso, como el resto, ahí se queden y se coman, con allioli, mahonesa o a palo seco, su hatajo de mentiras. Porque para eso y para pactar con el PP, como hacen algunos en Almussafes o en Castellón, no hacían falta ni estas alforjas ni tantas patrañas; y para negociar con el PSOE ya cuentan con la experiencia de algunos liberados/asesores y empresarios de pro, así que los no militantes, si sólo servimos para el flujo periódico de cash en el banco, igual nos lo planteamos seriamente.
Ayer fuimos a ver Pacto de Silencio, una película de Robert Redford con un puñado de grandes actrices y actores del viejo Hollywood, donde se habla del pasado y de la imposibilidad de escapar de él. Cuando los dos protagonistas se encuentran y recuerdan sus años de lucha contra una guerra cruel e injusta, una frase resonó, de noche, junto al fuego, en una húmeda cabaña frente a un lago: "No fue un sueño. Fue una posibilidad que pudimos hacer realidad". Y pensé en nosotros, en mi país, en este momento, preludio de tantas cosas importantes y futuro pasado de una realidad aún por construir. En lo duro que es vivir este instante donde tantas cosas tristes y horribles están pasando pero necesarias para que no vuelvan a ocurrir nunca más. Y pensé, en mitad de aquella escena, íntima, tierna y dura, en que no quiero -dentro de dos años o de diez- recordar este momento como un sueño, como una mera posibilidad que pudimos hacer realidad pero que no supimos/pudimos hacer realidad. Que tuvimos la oportunidad de cambiar realmente la vida y el curso de la historia de nuestra gente pero que las miserias y mezquindades de unos pocos nos quitaron esa oportunidad porque viviremos con esa frustración, con ese recuerdo, con ese pasado, el resto de nuestras vidas sin poder escapar ni huir de él. Y, a diferencia de las películas, en la vida real esto no tiene un final feliz.
