El Partido Popular se encuentra en uno de sus peores momentos, tanto en el ámbito interno, con profundas divisiones y desconfianzas hacia la capacidad de liderazgo de quien ha venido siendo la principal referencia en Valencia, Francisco Camps, y en Madrid, Mariano Rajoy, como en respaldo social, segeún la encuesta publicada por un medio de comunicación. Que el 72% de los votantes "peperos" crean que el escándalo Gürtel puede afectar al resultado electoral en una próxima contienda es significativo, igual que el ligero descenso en intención de voto que recibe el partido. Sin embargo, el PP sigue por encima del PSOE lo que indica que el partido del gobierno estatal está padeciendo las consecuencias de la grave crisis económica y la percepción social de su incapacidad de gestionarla correctamente –si tal opción existe-.
Todas estas cuestiones deberían ofrecer un panorama halagüeño para la izquierda social y política, tanto en Valencia como en el resto del estado. En nuestro país, el PSPV-PSOE sigue su travesía por el desierto, buscando las esencias que le permitan recuperar el poder perdido años ha, pero con un Jorge Alarte timorato y vacilante, sin espacio político propio, y con un partido en proceso raro de construcción creativa, como si no terminaran de creerse que tienen alguna opción real de desbancar al PP de las instituciones. Quizás lleven tanto tiempo en la oposición que han olvidado que pueden, que deben volver a gobernar y que para ello hace falta otra dinámica diferente, otros ritmos de trabajo y otras formas de enfrentarse al PP actual. Pareciera, más bien, que estuvieran calculando las consecuencias de sus actuaciones presentes en un hipotético futuro donde PSOE y PP tuvieran cambiados los escaños de les Corts.
Frente a todo eso, la izquierda valenciana sigue fragmentada y ensimismada en sus propias disquisiciones. Salvo el magnífico trabajo de denuncia y verdadera oposición de Compromís en las Cortes Valencianas, no se ve mucho más que permita ofrecer, para cuando el Molt Honorable decida, una alternativa electoral creíble, esperanzadora e ilusionante. En estos momentos, cuando PP y PSPV están mostrando sus debilidades, éticas y orgánicas los primeros, ideológicas los segundos, la alternativa de izquierdas que podemos significar quienes defendimos y creímos realmente en l’Entesa y Compromís no puede retroceder un solo paso en las pequeñas conquistas que se han producido en los últimos meses. Una vez superada la ruptura con EU, Compromís, a través del trabajo del grupo parlamentario fundamentalmente, ha conseguido ganarse el conocimiento y el reconocimiento, la credibilidad y la confianza de que hay un germen que puede y debe crecer. Pero para ello no pueden producirse cambios que alteren esa percepción.
Los cambios, las alteraciones de estado deben producirse en quienes están en crisis. La atención de la ciudadanía debe seguir centrada en la falta de ética, dignidad e incapacidad de Camps, Rajoy y toda la cohorte de antaños palmeros, trucados ahora en feroces críticos y anhelantes rapaces esperando la futura carroña política. La izquierda social debe aprovechar el momento para fortalecerse, apuntalar los activos humanos, personales, políticos y éticos que han sabido generar en esta legislatura y ofrecer una propuesta de regeneración social y ciudadana, superando los viejos errores del pasado –aprendamos de una vez de nuestro pasado- y consolidando un espacio de pluralidad y generosidad, donde las necesidades de la ciudadanía estén, definitivamente, por encima de los personalismos y los partidismos.
Quizás no tengamos otra oportunidad.
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