Dos años después de mi último intento de mantener este blog actualizado (sin conseguirlo), vuelvo a hacer un postrer esfuerzo. Hay muchas cosas que contar, mucho que decir, pero poco tiempo y tranquilidad suficiente como para expresarlo, negro sobre blanco.
Han cambiado muchas cosas desde aquél último 2 de noviembre de 2017. Hemos tenido dos elecciones generales y autonómicas (abril de 2019), elecciones europeas y municipales (mayo 2019) y, de nuevo, elecciones generales (noviembre 2019). Los resultados, análisis, contra análisis, pactos y no pactos de todas ellas se han realizado y publicitado con profusión en los medios de comunicación. No haré más comentarios sobre todo ello. Pero, en resumen de lo que más puede afectarnos en la distancia corta, dos notas: conseguimos cerrar acuerdo con el PSPV-PSOE (o ellos con nosotros, según a quien le preguntes) y con Unidas Podemos para configurar el Botánic II; y en el Ayuntamiento de València, también se consiguió configurar el gobierno del Rialto.
Estos procesos de negociación y de configuración de propuestas y estructuras, de contenido y competencias de los nuevos gobiernos no han sido ni fáciles, ni gratuitos. Hemos dejado muchas plumas por el camino. De los cañones donde las teníamos no volverán a crecer muchas de ellas. La confianza, la comprensión "por el otro", la seguridad del acuerdo una vez acordado, la no revisión permanente de todo son algunas de esas plumas perdidas que no volverán a ser parte del plumaje del Botánic II. Podremos (y deberíamos) recuperar algunas de ellas, al menos, como elemento de supervivencia en un gobierno plural y, a veces, divergente en sus planteamientos: la interlocución, la gestión compartida y conocida, el mestizaje real, la transversalidad. Parte de esto podría vestir toda la gran gestión que, en general, se hace en los órganos administrativos de las diferentes consellerias.
Así y todo, esta legislatura que empezamos hace poco se antoja mucho más complicada, más enrevesada y dura que la anterior. Porque también hemos perdido la inocencia y el impulso del cambio sobre épocas pasadas. Ahora, para bien o para mal, los frutos que recojamos serán los que hayamos plantado nosotros y eso significa que, como mínimo, deberíamos tener claro qué es lo que queremos plantar. Ahí está la gran discusión ideológica que realmente origina todos los conflictos ulteriores.
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