Después de lo leido en la noticia anterior, de todo lo escrito en el programa autonómico y municipal de EUPV sobre la defensa de la educación pública y el ataque a la educación privada sin que, seguimos con la misma pelea de siempre desde hace muchos años, no haya ningún tipo de discriminación entre privada eclesiástica, privada laica y cooperativas de enseñanza en las notas de prensa y declaraciones de los dirigentes de mi organización, metiendo a todos los que trabajamos en la enseñanza privada concertada en el mismo saco, indiferentes a las múltiples realidades que existen en este ámbito, indiferentes e ignorantes de las realidades no estereotipadas que sirven para repetir el mismo mensaje carente de valentía y de fuerza para explicitar de una vez, con nombre y apellidos a los centros privados concertados y a sus dueños, por aquello que denuncian; cuando sólo a base de presionar -y mucho- se ha conseguido que esta organización muestre un mínimo de consideración real por el mundo cooperativo, ejemplificado en todo lo acaecido alrededor de la Asamblea de Fevecta del pasado viernes 27 de abril; cuando se sigue atacando el trabajo que algunos - muchos- desarrollamos o intentamos desarrollar en nuestros centros y en nuestras empresas, buscando modelos alternativos de desarrollo personal e ideológicamente comprometidos con los valores de la izquierda -solidaridad, ética, compromiso social, desarrollo sostenible, capacidad de crítica, etc-; cuando desde el gobierno y desde la oposición se nos machaca por no ser políticamente correctos ni para unos ni para otros, es entonces, cuando va mi organización y elige para su cena de presentación comarcal de candidaturas de l'Horta Sud un centro cooperativo de enseñanza secundaria concertada y enseñanza universitaria privada.
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Es posible que haya razones lógicas para ello, pero, desde hace dos días que le estoy pegando vueltas al asunto, no encuentro ninguna.
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