¡Qué miedo me da aquella gente que, desde los púlpitos que cada uno se busca, lanza al mundo mensajes moralistas y críticos respecto al comportamiento, las acciones y las decisiones de los demás, mientras que, al mismo tiempo, en su vida diaria y para sus cosas, se aprovecha, utiliza y malversa aquello que critica!
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Y no me refiero a Aznar hablando catalán en la intimidad. Por desgracia, el modelo está mucho más cerca.
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